PAULA
17 de diciembre,
¿que puedo decirles? ya estaba preparada, psicológicamente y
físicamente. Las dos semanas anteriores creo que fueron las más
difíciles de mi vida, no por mí, ni por Pedro, sino por los chicos,
las noches más largas y tristes.A veces esperaba a que los
nenes se durmieran para encerrarme en el cuarto a llorar, tenía un
agotamiento corporal impresionante, necesitaba descansar por lo menos
una semana. Pero al fin y al cabo hoy era el día, a las cinco de la
tarde teníamos que estar los dos en el juzgado para firmar "esos"
papeles.
Ya habíamos quedado con Pedro que
los lunes y miércoles pasaba a buscar a los chicos por el colegio y
se los llevaba con él a la casa hasta el otro día, el resto de la
semana se quedaban conmigo. Estábamos haciendo todo lo
posible para no vernos seguido, era difícil para los dos,
pero también era entendible que nos quisiéramos ver
lo menos posible. Eran las 12 del mediodía, yo estaba en el auto con
los chicos, llevándolos al colegio, luego debía ir al trabajo hasta
las cuatro, después ir a buscar a los chicos al colegio, llevarlos a
la casa de mi mamá y luego ir al juzgado, sin duda un día
agotador.
PEDRO
Estaba tirado en mi cama, mirando
el techo, la verdad que desde que había peleado con Paula mi vida
era un desastre. Con respecto a mi nuevo hogar estaba bastante bien,
la había arreglado y ahora se podía decir que era una "casa".
Mi familia obviamente estaba en desacuerdo conmigo, con lo de la
separación, al igual que la de Paula, creían que estábamos haciendo
mal, más que nada por los chicos, pero claro, nadie piensa en
nosotros, en cómo estamos con esta decisión. Entiendo que los
hijos son súper importantes en estos momentos, y que seguramente son
los que más sufren, pero... ¿nosotros? nosotros también sufrimos,
claro, no de la misma manera, pero es muy difícil para
ambos.
Hacía aproximadamente una semana
que no veía a mis hijos, ni a Paula, los extrañaba realmente, a no
ver a Paula ya me tendría que ir acostumbrando, pero no ver a mis
hijos dolía y dolía en serio.
PAULA
Listo, ya había llegado al
trabajo, Luna no venía y hoy más que nunca la necesitaba acá
conmigo.Necesitaba un apoyo, y ahora ella era la única que me
apoyaba.Mi familia estaba en desacuerdo con la separación, pero
bueno, no me quedaba otra que ignorarlos, duele si, ignorar a tu
familia en estos momentos era lo más absurdo que podía hacer, pero
bueno, yo ya tenía mi decisión, allá ellos.
Con respecto al tema "Martín"
no había hablado con él aún, pensaba hacerlo después de
todo este caos.Necesitaba estar tranquila, aunque con él al lado era
casi imposible. En fin, tomé mi computadora y me puse a hacer unos
diseños, todo me quedaba horrible, ¿inspiración? cero.
Pasó el rato, se hicieron las
cinco y media, al fin, pensé, por un lado quería salir corriendo
del trabajo, pero por otro lado se acercaban las cinco de la tarde,
Fui a buscar a los chicos al
colegio y los dejé con mi madre, con la que ahora no cruzaba tantas
palabras. Me fui para casa, le di de comer a Moro, me acosté un
rato, para descansar, me bañe, me cambié, hice una merienda rápida
y me fui para el juzgado.
Ya en el auto tenía el corazón
que no daba más, no por nervios, sino por no saber si estaba
haciendo lo correcto, tenía miedo, más que nada.
PEDRO
Esta situación ya me
superaba, estaba cansado.Realmente sentía que al firmar esos papeles
ya no abría vuelta atrás. Estaba tomando una decisión que todavía
ni sabía si era lo correcto.Ya en el auto, mis manos sudaban como
nunca, señal de que estaba nervioso. Llegué, hoy más que nunca,
llegar temprano era malo, sonaba como que quería hacer todo rápido,
si, por un lado quería que fuera todo rápido, no quería
sufrir tanto, aunque era imposible no hacerlo. Bajé del auto, mi
visión no era muy buena, llovía, había una gran tormenta, abrí el
paraguas y entré al juzgado. No había nadie, solo una mujer que
lloraba, me alivié al saber que no era Paula, me senté en un sillón
que había en la sala de espera, sabía que lo más difícil no
iba a ser firmar los papeles, sino verle la cara a ella, sabía que
eso me iba a matar. La mujer me miraba y sinceramente me incomodaba,
lloraba, mucho, obvio que no me iba a meter en sus problemas, además
me daba vergüenza preguntar, estaba sola. Al instante un
hombre salió de una oficina, agarró a la mujer del brazo y le dijo
que se tranquilizara de forma agresiva, enseguida me vino a la cabeza
cual podría llegar a ser su situación y la verdad que me
alegraba saber que con Paula era todo distinto, por suerte.
Bajé la cabeza, no me iba a meter
en la discusión de esa pareja, no obvio que no, traté de
controlarme, pero a la vez tenía ganas de darle su merecido a ese
hombre, la chica no se merecía eso, era hermosa, sinceramente, y en
sus ojos se notaba que estaba sufriendo. Se fueron, por suerte, me
incomodaba la situación, y mucho. Giré mi cabeza, la vi llegar, me
vio y me sonrió, ¿que podíamos hacer? nada. Paula se me sentó al
lado, y me miró, con sus ojos me decía todo, todavía no habíamos
pronunciado ni una palabra.