IMPORTANTE: Esto es una historia ficticia, cualquier relación o semejanza con la realidad de Pedro y Paula es pura coincidencia.
Aclaro esto por acontecimientos sucedidos anteriormente.
GRACIAS, silvina.

martes, 10 de noviembre de 2015

El poder del amor RENOVADA - Capítulo 21 - Odiaba no ser su mundo

PEDRO

Ella bajó la mirada, sabía que si me miraba se iba a angustiar aún más, lo sentía, la conexión entre ambos todavía no había terminado, la miré, tenía que decirle algo.
-¿Como estás?-le dije
-Bien... ¿vos?-me dijo.
-Bien, creo.
Me sonrió.
-¿Los chicos?-le dije.
-Ahí andan, dentro de todo bastante bien.-me dijo.
Estaba incómodo, pero algo me preocupó, no tenía ganas de besarla, eso era raro en mí, ¿qué me pasaba? ¿La estaba dejando de querer? sacudí un poco mi cabeza para ordenar mis pensamientos. En ese instante una señora salió de la oficina.
-Pedro y Paula, ¿son ustedes?-nos dijo mirándonos.
-Si somos nosotros.-dijo Paula.
Nos levantamos y pasamos a la oficina, mi corazón se aceleraba cada vez más al igual que mi respiración, mis manos sudadas otra vez, nervios, más que nada.
-Bueno vamos a pasar a lo nuestro, primero que nada quiero saber si ambos están de acuerdo con esto y si tienen algo que decir al respecto.Lo único que quiero es que las dos partes queden bien, es decir sin discusiones de por medio.-dijo la señora.
-Yo creo que no hay nada que aclarar, fue una decisión de los dos, creo que ambos estamos de acuerdo.-dijo Paula mirándome.
-Si, coincido con ella.
-¿Tienen hijos?
-Si, dos.-dije
-¿Que edad tienen?
- Tres y cinco años.-dijo Paula.
-¿Y como lo tomaron?-dijo la señora.
-Mal, obviamente, el más chico no entiende mucho, pero la grande si, y está sufriendo.
-Entiendo, bueno, acá están los papeles, queda en manos de ustedes si deciden firmar o no...-dijo poniendo un papel adelante nuestro.

Agarré la lapicera que estaba al lado de la hoja, lo hice sin pensarlo, cuando me di cuenta que tenía la lapicera en mi mano me pregunté qué estaba haciendo.
Paula me miraba, en este momento me gustaría saber lo que pensaba, quería saber tantas cosas, miré el papel y apoyé la lapicera en donde decía "Firma", mi mano temblaba, mucho. Firmé, mi nombre ya estaba escrito en ese papel, ese fue mi gran paso,¿o mi gran error?
Ella tomó la lapicera y me miró, decepcionada  si, tenía cara de decepcionada, firmó, ahora estábamos separados oficialmente.






PAULA

Me fui casi corriendo del juzgado, sin saludar a Pedro ni nada. Quería estar completamente sola, le pedí a mamá que se quedara con los chicos esa noche así que me fui directo para casa. Ya en el auto las lágrimas recorrían mi rostro, no podía creer que había apartado al hombre de mi vida, sabía que esta era una de esas típicas reacciones luego del divorcio, pero ¿la iba a superar? ojalá que si. Llegué a casa, sin prender la luz me senté en el sillón y seguí llorando, cada vez más fuerte, dentro de toda esa oscuridad me sentía... nada, me sentía sola, completamente sola y estúpida. ¿Por qué lloraba por ese hombre? enseguida me acordé de las palabras de Luna cuando le dije de la separación "¿vos estás segura de lo que estás diciendo?" Seguía allí, en el medio de la oscuridad y el silencio, sentía como Moro se subía al sillón, mi única compañía ahora. Había dejado ir al padre de mis hijos, al hombre que cambió mi vida de un día para otro, al que besaba, al que abrazaba... al hombre que amaba, pero a la vez odiaba. Lo odiaba tanto, lo odiaba por quererlo, por hacer que lo quiera, por cómo era conmigo, por esa forma que tenía de que con él las cosas fueran más fáciles y lindas, lo odiaba el simple hecho de que cambió mi vida.


PEDRO

Estaba en el auto, Paula se había ido casi corriendo del juzgado, no saludo ni nada, hasta me pareció que se fue llorando, me rompió el corazón. Estaba llegando a casa, paré en una estación de servicio a cargar nafta.Mientras pagaba vi una chica morocha, algo alta, llorando, la conocía, claro, pero de rostro nada más, estaba sola, como la había visto antes. Me acerqué, esta vez no me iba a hacer el desentendido, además se notaba que necesitaba ayuda, estaba como perdida, llorando desconsoladamente.
-¿Estás bien?-le dije. La chica me miró, claro, era la muchacha que había visto en el juzgado, ¿qué hacía acá? ¿Sola?-Vos estabas en el juzgado...te vi hace un rato, ¿estás bien? ¿Necesitas que te ayude en algo?
-No, no te preocupes por mí, estoy bien. Anda porque va a venir y te va a matar. Andate por favor.-me dijo llorando y muy nerviosa.
-No, quedate tranquila, vení conmigo...
-¡No! andate, va a llegar y te va a matar, hacelo por mí, ¡por favor!-me dijo apartándola de ella.
Enseguida sentí como alguien tocaba mi hombro, y yo observando la cara de la chica noté como se desfiguraba su rostro, me di vuelta y lo que vi me dejó paralizado.
-¿Que haces amigo?-me dijo él enojadísimo.
Claro, la persona que había arruinado mi vida completamente, la respuesta de algunos de mis problemas estaba frente a mi rostro.
-Martín... cuando tiempo...-le dije.
Era el muchacho del juzgado, el que había maltratado a la chica, pero ¿como no lo conocí? si, la verdad que estaba totalmente cambiado, la cárcel la había hecho un poco mal, bastante mal.
-Bueno... la frutilla de la torta... ¿como andas Pedrito?-me dijo haciéndose el superado y tocándome el hombro.
-Soltame ¿qué le estás haciendo a la chica? dejala tranquila.
-La chica es mi novia amigo, no me vengas a decir lo que tengo que hacer, hace tu vida chiquito-me dijo enojado.
Me di vuelta, pensé en la pobre mujer, en lo que estaría sufriendo, ¿pero que iba a hacer? no podía hacer nada, noté como Martín entraba nuevamente al supermercado que había en la estación, entonces me acerque a la chica y le di un papel con mi teléfono anotado.
-Cuidado, este hombre me hizo la vida imposible a mí, por culpa de él casi dejo sola a mi esposa y a mis hijos, no le creas, si tenes algún problema llamame a este número.
-Gracias-me dijo llorando.
Me subí al auto, preocupado, esta situación, el divorcio, estaba que la cabeza no me daba más, tenía ganas de llorar, de descargarme, estaba realmente mal.No pasaba por una situación así desde que mi madre había fallecido, la recordé y enseguida empezaron a caer mis lágrimas, me sentía un fracasado.





PAULA


No, no lo odiaba a él.Odiaba ya no hablarle, odiaba ya no ser su mujer, odiaba ya no ser su mundo. Seguía llorando en el sillón como una estúpida, solo quería prender la luz y ver su rostro, su sonrisa, sus ojos, verlo sentado en el sillón con los chicos, sentir sus ronquidos, sus besos, sus abrazos.Su amor.
Fue en ese preciso instante cuando me di cuenta que lo había perdido todo. Lo único que quería hacer ahora era irme lejos, quería descansar, pensar, reflexionar, necesitaba ordenar mi cabeza más que nada. Necesitaba escuchar sus "no te preocupes, estás conmigo" esas frases que él siempre tenía, y que me tranquilizaban de una forma inexplicable, necesitaba tenerlo cerca, sentir como nos conectábamos con solo una mirada, hoy es no había pasado, lo miré y no sentí nada, eso era lo que me preocupaba, nuestra conexión  ya estaba perdida, ¿para siempre?
Decidí pararme y prender la luz, peor, ahora si veía la realidad, estaba sola, completamente sola, mi corazón estaba inundado de tristeza y dolor, solo quería dormir y no despertarme hasta sentir un alivio en el pecho.
Dejé la cartera en la silla y me dirigí al baño, me miré en el espejo y enseguida pensé: ¿Por qué lloro por él? tengo que ser fuerte, ahora más que nunca, no podes estar así Paula, ¡tenes que estar bien! Digamos que esto me subió un poco el autoestima pero ni tanto.

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