IMPORTANTE: Esto es una historia ficticia, cualquier relación o semejanza con la realidad de Pedro y Paula es pura coincidencia.
Aclaro esto por acontecimientos sucedidos anteriormente.
GRACIAS, silvina.

viernes, 12 de junio de 2015

El poder del amor RENOVADA - Capitulo 4 - Todo va a estar bien PARTE 1


PAULA
Llegué a casa a las dos de la mañana. Aún sin sueño prendí el equipo de música y puse uno de mis temas preferidos. “Upward Over the mountain”. Me senté en el sillón y me puse a leer otra vez mi libro. Lo abrí sin mirar. Página 98. Capítulo 9.
Lo tenía frente a mí. Las lágrimas abundaban en mi rostro. Mi madre trataba de calmarme pero yo solo la apartaba enojada. Lo único que podía hacer ahora era despedirme, pero esta vez iba a ser para siempre. No quedaba que decirle, le había entregado mi vida, mi corazón, mi mundo. Otra vez recordaba mi vida junto a él, todo lo que habíamos sufrido. Todo había pasado demasiado rápido. Rezaba con mi rosario en la mano, y le pedía a Dios que te cuidara. Repetía tu frase tan usual “Todo va a estar bien”. Nuestros hijos estaban a mi lado. Aún sin entender dejaban caer algunas lágrimas y me tomaban de la mano. A veces me preguntaba porqué la vida era tan injusta con las personas que solo se dedicaban a hacer el bien. Trataba de mostrarme lo mejor posible delante de mis hijos. Era la peor situación que me había tocado vivir, a pesar de tantas. Miraba a mí alrededor, todo podría haber sido distinto. Sé que estás detrás de mí viendo como lloro por ti. Sé que estas recordando todo lo que hemos hecho juntos como si fuera un álbum de fotos. Y también se que estés donde estés me estás diciendo “todo va a estar bien”.
Ahora estaba en mi habitación sola, como en aquellos tiempos. Una canción diferente sonaba en la radio con poca señal. Una canción que iba de la mano con mi estado de ánimo. Profunda y sentida.
Recuerdo tus palabras tan insensatas, pero que me calmaban y me hacían reír igual.
Sabía que de una u otra forma iba a lograr comunicarme contigo. Porque si hay amor no hace falta nada más.
Cerré el libro y me quedé observando cómo Moro comía. Me dirigí a la ventana, algunos fuegos artificiales seguían iluminando el cielo. Pensaba si existían historias como la de este libro, reales, y de solo pensarlo un escalofrío me recorría el cuerpo.
No había sido la mejor navidad de todas, pero por lo menos la mayor parte del tiempo la pasé bien. Me dejaba mal discutir con mis padres, pero no me quedaba otra, todo lo que les había dicho lo sentía y sabía que podría llegar a ser lo mejor para todos.
Mi celular sonó nuevamente, era Pedro que me preguntaba donde estaba. Le respondí que estaba en casa a lo que me preguntó si quería que pasara por acá, no lo pensé y le respondí que sí.
Mientras seguía mirando por la ventana lo vi llegar, con sus dos manos en los bolsillos, mirando hacia abajo, algo despeinado. Me vio por la ventana y enseguida sacó una mano para saludarme. Fui hasta la puerta y le abrí, lo hice pasar. Nos sentamos en el sillón.
-¿Cómo pasaste con tu familia?-le dije.
-Bien por suerte, ¿vos?
-Bien, hasta que mis padres empezaron a discutir.
No dijo nada, tampoco esperaba que dijera algo, con todo lo que me había dicho aquella noche era suficiente.


PEDRO
Otra vez estaba sentado en el living de su casa, hablando de la vida. Me ofreció un café que acepté con gusto. Vi un libro sobre el sillón, lo tomé y enseguida me preguntó si lo conocía. Le dije que no, pero su tapa me parecía familiar.
-Podrías leerlo-me dijo sonriendo.
-No leo mucho.
-Siempre se empieza con algo.
Volví a leer su título que me parecía tan conocido; “El Poder del Amor”. Algunos recuerdos volvieron a mi cabeza rápidamente, Paula lo notó.
-¿Pasó algo?
-El libro, mi madre lo leía.
-¿En serio?
Enseguida di vuelta el libro para leer su contratapa. Recordaba las cenas en casa, cuando mi madre se sentaba en la punta de la mesa y le contaba a papá sobre el libro, y él sorprendido siempre le pedía para leerlo. Yo escuchaba su historia, parecía triste. A veces me levantaba a buscar un vaso de agua por la noche y la veía a ella con el libro en las manos, en el comedor, llorando. Otras veces sonriendo. Hasta que el libro quedó solo, nadie lo sostenía. Fui allí cuando mi padre lo tomó por primera vez. Y por razones que desconozco nunca pudo terminarlo, siempre trató, pero se hizo imposible.
-Debe estar en la casa de mi padre, mañana lo voy a ir a buscar-agregue.
Ella me sonrió.
Ya eran las tres y media de la mañana, me despedí con un beso en la mejilla. Me daba mucha vergüenza besarla, nunca sabía si era el momento adecuado o como podría llegar a reaccionar. Me fui a casa caminando, todavía seguía en mi cabeza la idea de comprar el auto, pero no encontraba ninguno demasiado barato.
Llegué a casa, me quedé pensando en aquel libro. Quería saber que era lo tan especial que tenía. Quería ir a buscarlo ya.

Pasaron los días, por suerte había conseguido el libro, algo viejo y desarmado, pero al fin y al cabo lo tenía en mis manos. Cada día junto a Paula se iba volviendo más interesante. Creo que ambos estábamos enamorados, pero después de aquellos dos besos nunca más la había besado.
Comencé el libro el primero de diciembre. Ya había terminado la gran fiesta y ahora estaba en casa solo. Las primeras páginas parecían ser normales, una historia que te atrapaba capítulo a capítulo. Se hicieron las 3 de la mañana y estaba seguro que más de una sonrisa se había dibujado en mi rostro.
Recibí un mensaje que decía “Apaga la luz” era de Paula, pero ¿Cómo sabía que estaba despierto? Miré por el balcón y vi su auto abajo. Ella me saludó desde allí y siguió su camino.

Al instante le mandé un mensaje “Feliz Año, te quiero”. A lo que respondió “Es el primer te quiero del año” le respondí “Yo diría el primero de muchos”. Unas ganas de abrazarla me recorrieron todo el cuerpo. 

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